Esta fue por casualidad la segunda boda que realizaba el mismo año en la curiosa finca La Estación, a las afueras de Segovia, reconvertida de sus orígenes como antigua fábrica y que ofrece la oportunidad de hacer las fotos de pareja en localizaciones muy curiosas como podréis ver. Cintia, la novia, se preparó en una habitación súper luminosa y sin decoración excesiva, lo que me permite hacer las fotos que más me gustan: sin fondos que distraigan y con mucha libertad para moverme sin incordiar y tener más variedad de fotos. Todo lo contrario ocurrió en la pequeña ermita donde se realizó la ceremonia, muy oscura y justa de espacio, por lo que elegí un par de puntos buenos para no molestar y a pesar de la oscuridad forcé los ajustes de cámara para no tener que usar flash, que puede molestar o distraer y resulta en fotos más clásicas y sin mucha gracia artística.
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